Una mujer de 24 años viajaba como pasajera en una motocicleta. Cuando la motocicleta chocó, resultó gravemente herida. Además de la herida abierta en la cara y el ojo herido, tenía muchas fracturas. El shock del accidente le provocó desorientación y un comportamiento muy inusual pero fácilmente explicable. No podía dejar de sonreír. No era porque estuviera feliz, sino porque se habían producido importantes cambios hormonales en su cuerpo en respuesta al trauma que había vivido.