Un sin fin de tragedias aconteciendo en una fracción de segundos.
Un cálido atardecer que de pronto vio la desilusión de la noche impornerse sobre su falsa figura
Y con sus movimientos incesantes destilando rojos clavos de sus amorfos ojos
La locura de un nuevo atardecer es el principio de mi desdicha
El resurgir de la cenizas aquello que me arrebato el sombrío tiempo
Es lo que conforma mi inagotable desesperación frente al intransigente reloj de arena
Esperando su fin, y a la vez, evadiendo el final
Con la esperanza de que en medio de la vida y su antónimo emerga un tempestuoso mar de posibilidades
Lanzándose en caída libre mi voluntad perecedera, ahogando sus verdades en las aguas ilusorias del porvenir.
Tu eras esa una parte de esa voluntad ahogada en las rugientes aguas del ideal
Pero me dejas, soltaste mi mano muerta cuando más necesitaba de tu falsa vida.
Desterraste de mi pecho el confortable afecto inmiscuido en mi desamparada alma.
Ahora, a merced del viento y sus incertidumbres, se desploma sobre el frío suelo, implorando: "Padre, Padre. ¿Porque me has abandonado?."
Estoy sumergido en lo desesperanzado.
En mis ojos se ve el reflejo de una muerte temprana y una vida inconclusa.
Un miserable muerto, un muerto en busca de su imposibilidad.
La pobreza hecha carne y la tristeza hecha sangre.
Dudo de mi autenticidad como "ser".
No soy ni pretendo ser, aunque alguna vez fui.
Sentí, creí y sufrí. ¿ Que sentido hay en eso ?
Prefiero, en efecto, ser esa impasible gota en la cuerda de la vida.
Cuerda tendida sobre la ilusión y su futura destrucción.
Flotar. Sobrevolar aquella cuerda y quedar en el libre y espacioso vacío, tanto de certezas como de lo inexacto.
Sin rumbo, sin llegada, sin propósito.
Un nihilista acerrimo, abanderado de la crueldad y de la verdad.
Un cálido atardecer que de pronto vio la desilusión de la noche impornerse sobre su falsa figura
Y con sus movimientos incesantes destilando rojos clavos de sus amorfos ojos
La locura de un nuevo atardecer es el principio de mi desdicha
El resurgir de la cenizas aquello que me arrebato el sombrío tiempo
Es lo que conforma mi inagotable desesperación frente al intransigente reloj de arena
Esperando su fin, y a la vez, evadiendo el final
Con la esperanza de que en medio de la vida y su antónimo emerga un tempestuoso mar de posibilidades
Lanzándose en caída libre mi voluntad perecedera, ahogando sus verdades en las aguas ilusorias del porvenir.
Tu eras esa una parte de esa voluntad ahogada en las rugientes aguas del ideal
Pero me dejas, soltaste mi mano muerta cuando más necesitaba de tu falsa vida.
Desterraste de mi pecho el confortable afecto inmiscuido en mi desamparada alma.
Ahora, a merced del viento y sus incertidumbres, se desploma sobre el frío suelo, implorando: "Padre, Padre. ¿Porque me has abandonado?."
Estoy sumergido en lo desesperanzado.
En mis ojos se ve el reflejo de una muerte temprana y una vida inconclusa.
Un miserable muerto, un muerto en busca de su imposibilidad.
La pobreza hecha carne y la tristeza hecha sangre.
Dudo de mi autenticidad como "ser".
No soy ni pretendo ser, aunque alguna vez fui.
Sentí, creí y sufrí. ¿ Que sentido hay en eso ?
Prefiero, en efecto, ser esa impasible gota en la cuerda de la vida.
Cuerda tendida sobre la ilusión y su futura destrucción.
Flotar. Sobrevolar aquella cuerda y quedar en el libre y espacioso vacío, tanto de certezas como de lo inexacto.
Sin rumbo, sin llegada, sin propósito.
Un nihilista acerrimo, abanderado de la crueldad y de la verdad.