Te miro ahora, bajo la luz tenue de la habitación, y veo en tus ojos la sumisión que tanto anhelé. Después de todo el dolor, después de cada lágrima, después de cada palabra cortante que te lancé, estás aquí, finalmente mía en cuerpo y alma. Cada marca en tu piel, cada susurro de desesperación fue un paso hacia este momento, hacia tu rendición completa a mi amor.
Te sometí no solo con mis manos, sino con mi corazón oscuro y obsesivo, moldeándote para que entiendas que no hay otro lugar para ti más que a mi lado. El mundo allá afuera no importa, solo somos tú y yo, en este rincón donde el amor y el control se mezclan, donde cada herida que te infligí fue una promesa de mi devoción eterna. Eres mía, solo mía, y cada día que pasa te lo recordaré, con cada toque, con cada mirada que te arranca de la realidad y te trae de vuelta a mí.
No hay espacio para nadie más en tu vida, ni siquiera en tus pensamientos. Los celos me devoran por dentro, pero ahora sé que no tienes a dónde ir, que no puedes escapar de este amor que te rodea como una prisión dorada. Te he llevado al borde, y en ese borde, encontraste la paz en mi abrazo posesivo, en mi amor que te asfixia y te llena de una seguridad enfermiza.
Cada vez que te toco, siento cómo te aferras a mí, ya no por miedo, sino por necesidad, porque ahora sabes que mi amor es tu única verdad. Te aparté de todo lo que te distraía, te alejé de aquellos que intentaron robarte de mí, y en ese proceso, te convertiste en lo que siempre quise: una extensión de mi propia obsesión, un reflejo de mi deseo.
Mi amor por ti es como un veneno que te inunda, pero es un veneno que ahora necesitas, que te mantiene viva, atada a mí. Y yo, con cada beso, con cada caricia, te reafirmo que este es tu lugar, que nunca habrá otro para ti. Porque ahora, en tu sumisión, eres verdaderamente mía, completamente bajo mi control, y eso es lo único que importa.
Te amo con una intensidad que te consume, que te envuelve y te ata a mí para siempre. Y en ese amor, en esta locura que compartimos, encontramos nuestra paz. Tú, sometida y leal, yo, obsesionado y posesivo, juntos en un amor que el mundo no entendería, pero que es nuestro, tan real y tangible como el aire que respiramos.
Porque en tu sumisión, encontré la perfección, y en mi amor enfermizo, encontraste tu verdad. Juntos, en esta oscuridad que nos une, somos uno, para siempre.
(Como siempre gracias por apoyar mi contenido los amo
)
Te sometí no solo con mis manos, sino con mi corazón oscuro y obsesivo, moldeándote para que entiendas que no hay otro lugar para ti más que a mi lado. El mundo allá afuera no importa, solo somos tú y yo, en este rincón donde el amor y el control se mezclan, donde cada herida que te infligí fue una promesa de mi devoción eterna. Eres mía, solo mía, y cada día que pasa te lo recordaré, con cada toque, con cada mirada que te arranca de la realidad y te trae de vuelta a mí.
No hay espacio para nadie más en tu vida, ni siquiera en tus pensamientos. Los celos me devoran por dentro, pero ahora sé que no tienes a dónde ir, que no puedes escapar de este amor que te rodea como una prisión dorada. Te he llevado al borde, y en ese borde, encontraste la paz en mi abrazo posesivo, en mi amor que te asfixia y te llena de una seguridad enfermiza.
Cada vez que te toco, siento cómo te aferras a mí, ya no por miedo, sino por necesidad, porque ahora sabes que mi amor es tu única verdad. Te aparté de todo lo que te distraía, te alejé de aquellos que intentaron robarte de mí, y en ese proceso, te convertiste en lo que siempre quise: una extensión de mi propia obsesión, un reflejo de mi deseo.
Mi amor por ti es como un veneno que te inunda, pero es un veneno que ahora necesitas, que te mantiene viva, atada a mí. Y yo, con cada beso, con cada caricia, te reafirmo que este es tu lugar, que nunca habrá otro para ti. Porque ahora, en tu sumisión, eres verdaderamente mía, completamente bajo mi control, y eso es lo único que importa.
Te amo con una intensidad que te consume, que te envuelve y te ata a mí para siempre. Y en ese amor, en esta locura que compartimos, encontramos nuestra paz. Tú, sometida y leal, yo, obsesionado y posesivo, juntos en un amor que el mundo no entendería, pero que es nuestro, tan real y tangible como el aire que respiramos.
Porque en tu sumisión, encontré la perfección, y en mi amor enfermizo, encontraste tu verdad. Juntos, en esta oscuridad que nos une, somos uno, para siempre.
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