GROZNY, CHECHEN, RUSIA – 17 DE NOVIEMBRE DE 2018 Karina Spiridonova, de 25 años, era una fanática de los militantes que apoyaban al Estado Islámico. Llevaba un chaleco suicida con explosivos y se hizo estallar en una base militar. Pero su ataque fue un completo fracaso porque sólo se suicidó. La explosión la destrozó y dejó al descubierto sus tetas, algo que, como musulmana, ciertamente no le hubiera gustado.