COMAS, LIMA, PERÚ – NOVIEMBRE DE 2024 El caso de Sheyla Cóndor Torres, una mujer de 26 años de Comas, Perú, ha conmocionado a la nación y ha puesto de relieve las graves fallas en los sistemas de seguridad y justicia del país. Sheyla desapareció el 13 de noviembre de 2024, luego de reunirse con Darwin Marx Condori Antezana, un policía de 31 años que luego se convirtió en el principal sospechoso. Desde un principio, su familia denunció su desaparición, pero la comisaría de Santa Luzmila inicialmente se negó a presentar la denuncia, lo que provocó importantes retrasos en la investigación.
Su cuerpo fue descubierto días después, el 17 de noviembre de 2024, en el apartamento de Condori en circunstancias horribles. Los restos de Sheyla fueron encontrados desmembrados y escondidos dentro de una maleta colocada debajo de la cama. Este macabro descubrimiento reveló no solo la brutalidad del crimen sino también los evidentes intentos de encubrir pruebas. Su cuerpo había estado en el apartamento durante varios días, lo que generó inquietudes sobre posibles fallas en la intervención oportuna y si la sospechosa podría contar con el apoyo o la protección de la fuerza policial.
Poco después de que se encontraran sus restos, Condori fue hallado muerto en una habitación de un hotel en San Juan de Lurigancho, también distrito de Lima, el 19 de noviembre de 2024. Según la autopsia, murió por asfixia provocada por ahorcamiento, utilizando como instrumento un cinturón de cuero. Sin embargo, se especuló que Condori podría haber sido asesinado para evitar que revelara información sobre cómplices o encubrimientos institucionales. Expertos legales e investigadores han señalado un posible manejo inadecuado de las pruebas y violaciones procesales en las escenas del crimen.
La familia de Sheyla sigue luchando por la justicia y una investigación exhaustiva de las circunstancias que rodearon su muerte. Este caso ha puesto de manifiesto las fallas sistémicas en la protección de las mujeres y la aplicación de la justicia. La indignación pública ha aumentado, con protestas generalizadas y demandas de reformas para prevenir tragedias similares. El caso se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia de género en Perú y un llamado a la rendición de cuentas y la transparencia en las instituciones estatales.
Su cuerpo fue descubierto días después, el 17 de noviembre de 2024, en el apartamento de Condori en circunstancias horribles. Los restos de Sheyla fueron encontrados desmembrados y escondidos dentro de una maleta colocada debajo de la cama. Este macabro descubrimiento reveló no solo la brutalidad del crimen sino también los evidentes intentos de encubrir pruebas. Su cuerpo había estado en el apartamento durante varios días, lo que generó inquietudes sobre posibles fallas en la intervención oportuna y si la sospechosa podría contar con el apoyo o la protección de la fuerza policial.
Poco después de que se encontraran sus restos, Condori fue hallado muerto en una habitación de un hotel en San Juan de Lurigancho, también distrito de Lima, el 19 de noviembre de 2024. Según la autopsia, murió por asfixia provocada por ahorcamiento, utilizando como instrumento un cinturón de cuero. Sin embargo, se especuló que Condori podría haber sido asesinado para evitar que revelara información sobre cómplices o encubrimientos institucionales. Expertos legales e investigadores han señalado un posible manejo inadecuado de las pruebas y violaciones procesales en las escenas del crimen.
La familia de Sheyla sigue luchando por la justicia y una investigación exhaustiva de las circunstancias que rodearon su muerte. Este caso ha puesto de manifiesto las fallas sistémicas en la protección de las mujeres y la aplicación de la justicia. La indignación pública ha aumentado, con protestas generalizadas y demandas de reformas para prevenir tragedias similares. El caso se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia de género en Perú y un llamado a la rendición de cuentas y la transparencia en las instituciones estatales.