LAS VEGAS, EE. UU. – 28 DE JUNIO DE 1997 El combate de boxeo entre Mike Tyson y Evander Holyfield, celebrado el 28 de junio de 1997 en Las Vegas, se convirtió en uno de los momentos más polémicos de la historia del deporte. Se suponía que este esperado combate sería una gran revancha tras su encuentro anterior, en el que Holyfield había derrotado sorprendentemente a Tyson para quedarse con el título de peso pesado. Lo que se suponía que sería una exhibición de habilidad y determinación se convirtió en un escándalo del que todavía hoy se habla.
Los dos primeros asaltos de la pelea fueron intensos. Holyfield empleó su estrategia de pelea a corta distancia y conectó varios cabezazos a Tyson, lo que alimentó la frustración de Tyson. Aunque el árbitro no vio motivos para penalizar, Tyson sintió que estaba siendo tratado injustamente y que Holyfield estaba usando tácticas ilegales. En el tercer asalto, las tensiones se desbordaron. Durante un clinch, Tyson mordió la oreja derecha de Holyfield y arrancó un trozo. Holyfield retrocedió de dolor cuando Tyson escupió el trozo de oreja al suelo del ring.
El árbitro detuvo temporalmente la pelea para examinar la lesión de Holyfield. A pesar de la clara ilegalidad de las acciones de Tyson, el combate se reanudó. Momentos después, Tyson intentó otro mordisco, lo que provocó que el árbitro lo descalificara de inmediato. Holyfield fue declarado ganador y Tyson salió del ring en medio de fuertes abucheos de la multitud.
Las consecuencias de este incidente fueron graves para Tyson. No sólo perdió su oportunidad de recuperar el título, sino que además fue multado con 3 millones de dólares y le revocaron temporalmente la licencia de box. El incidente dañó gravemente su reputación, consolidando su imagen de deportista incontrolable e impulsivo.
Años después, Tyson ofreció varias reflexiones sobre el incidente. En una entrevista sincera, admitió: “Simplemente perdí la cabeza. Estaba frustrado, enojado y sentí que estaba luchando contra el mundo. Holyfield me estaba dando cabezazos y sentí que el árbitro no estaba haciendo nada al respecto. Eso no justifica lo que hice, pero ahí estaba mi cabeza”. Tyson continuó expresando su profundo arrepentimiento y dijo: “Fue el mayor error de mi carrera y algo por lo que siempre me arrepentiré”.
Evander Holyfield, por su parte, mantuvo la calma y manejó la situación con profesionalismo. Aunque necesitó tratamiento médico, su lesión se curó con éxito. Años después, los dos peleadores se reconciliaron e incluso aparecieron juntos en entrevistas con los medios, donde Tyson volvió a expresar su arrepentimiento por sus acciones. Sin embargo, este combate siempre servirá como recordatorio de que incluso los mejores atletas pueden sucumbir a sus emociones.
Los dos primeros asaltos de la pelea fueron intensos. Holyfield empleó su estrategia de pelea a corta distancia y conectó varios cabezazos a Tyson, lo que alimentó la frustración de Tyson. Aunque el árbitro no vio motivos para penalizar, Tyson sintió que estaba siendo tratado injustamente y que Holyfield estaba usando tácticas ilegales. En el tercer asalto, las tensiones se desbordaron. Durante un clinch, Tyson mordió la oreja derecha de Holyfield y arrancó un trozo. Holyfield retrocedió de dolor cuando Tyson escupió el trozo de oreja al suelo del ring.
El árbitro detuvo temporalmente la pelea para examinar la lesión de Holyfield. A pesar de la clara ilegalidad de las acciones de Tyson, el combate se reanudó. Momentos después, Tyson intentó otro mordisco, lo que provocó que el árbitro lo descalificara de inmediato. Holyfield fue declarado ganador y Tyson salió del ring en medio de fuertes abucheos de la multitud.
Las consecuencias de este incidente fueron graves para Tyson. No sólo perdió su oportunidad de recuperar el título, sino que además fue multado con 3 millones de dólares y le revocaron temporalmente la licencia de box. El incidente dañó gravemente su reputación, consolidando su imagen de deportista incontrolable e impulsivo.
Años después, Tyson ofreció varias reflexiones sobre el incidente. En una entrevista sincera, admitió: “Simplemente perdí la cabeza. Estaba frustrado, enojado y sentí que estaba luchando contra el mundo. Holyfield me estaba dando cabezazos y sentí que el árbitro no estaba haciendo nada al respecto. Eso no justifica lo que hice, pero ahí estaba mi cabeza”. Tyson continuó expresando su profundo arrepentimiento y dijo: “Fue el mayor error de mi carrera y algo por lo que siempre me arrepentiré”.
Evander Holyfield, por su parte, mantuvo la calma y manejó la situación con profesionalismo. Aunque necesitó tratamiento médico, su lesión se curó con éxito. Años después, los dos peleadores se reconciliaron e incluso aparecieron juntos en entrevistas con los medios, donde Tyson volvió a expresar su arrepentimiento por sus acciones. Sin embargo, este combate siempre servirá como recordatorio de que incluso los mejores atletas pueden sucumbir a sus emociones.