Más allá del Reino

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Miron
Bakala
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La triste verdad es que la verdad es algo triste.
-Lemony Snicket
Dió vueltas a la manivela del gramófono, después puso andar el plato giratorio y ajustó milimétricamente la aguja. Después de un momento, surgió Por una cabeza de Carlos Gardel desde la bocina en forma de corneta.
En aquellos días, un joven tuerto, moreno, delgado y semiencorvado llamado Isaac Polvo trabajaba largas horas en su taller; su aspecto estaba descuidado por el estudio prolongado de los aspectos más inquietantes de las Ciencias Ocultas, junto con su dentadura dispareja así como su semblante de sombrío asceta le daban una apariencia de criatura de la noche.
Pero en ésta ocasión esparcía su mente y su talento para crear casas en miniatura de estilo victoriano prolijas en detalle, si bien Isaac siempre gustaba de darles una apariencia desgastada, como castigadas por el inexorable y cruel paso del tiempo.
Las casitas eran habitadas por pequeñas y adorables figuritas de animales humanizados decimonónicos. Recreaban escenas familiares de sus felices existencias.
Todo era mágico y hermoso, una farsa en miniatura para aislarse de un mundo decadente, donde todo lo que es bello y sagrado es profanado por los seres humanos, el pueblo, el prójimo.
Perdonar setenta y siete veces siete no es suficiente para ésta raza de seres.
Cuando la humanidad le dio la espalda a Dios (piensa el muchacho) convirtió éste mundo en una cloaca, oscura y asquerosa.
Endiosaron la banalidad, el placer y el poder; inmundos ídolos pasajeros, señores dadores de la locura y la muerte. Dioses horribles para un mundo horrible.

Isaac se rasgó un dedo con una mala tajada de la gubia.
Contempló con su ojo bueno cómo brotaba sangre caliente, sangre no humana. Imaginaba como la gota carmesí se oscurecía y de ella nacían filamentos finísimos que se elevaban delicadamente y se convertían en un humo de color rojo.
Una pesadilla sin sentido, sin rumbo alguno; la existencia se ha convertido en una mala costumbre.
La mañana del sábado 11 de agosto, Isaac Polvo amaneció en el tejado de la casona donde había vivido los últimos 17 años de su vida: se encontró asustado.
Abajo, había extraños que resultaron ser bomberos con su característico vehículo, personal de salud que preparaban una ambulancia estacionada y un agente de policía afuera de sus patrullas hablando por radio.
Vio la loma enana sobre la cual se asentaba la antigua casona; vio igualmente la ciudad desplegarse, odioso paisaje urbano, neblinoso, frío, descreído y cruel.
Vio igualmente cómo a su abuelo lo transportaban en una silla de ruedas al interior de la ambulancia.
Isaac trató de gritar, una, dos veces. Pero se dio cuenta de que ninguna voz salía de su garganta. Llevando la mano para rodear su cuello se sorprendió.
Estaba mudo.
Renunciamos a nuestra naturaleza divina... No sólo en la tragedia de la Caída, día a día perpetuamos esa infame desgracia y como estúpidos autómatas hemos elegido un mundo abierto de oportunidades vacías, sin otorgarnos a nosotros mismos la búsqueda por recuperar el Paraíso que despreciamos.
Aquella temporada fue especialmente convulsa para la ciudad mexicana de Novacruz: la lucha de las mafias de los DaCosta y Valcapra y los estragos causados por las drogas memento e hypersueño; la desaparición de la niña Lucía Cordero y el misterioso asesinato de su padre y de su hermana mayor; la temporada electoral para elegir a los nuevos representantes en el Consejo de Gobierno y en la Cámara de Diputados. Y ahora el incidente de la casona Polvo.
Pero para Isaac fue a su vez una temporada de calvario personal que lo atormentó por días.
Inició con los interrogatorios acerca de lo sucedido.
Nada se le pudo sacar al joven pues todo lo había olvidado; los análisis médicos no revelaron ni agresión alguna a los dos afectados; es decir a Isaac y su abuelo el señor Jacób Polvo aunque si bien sus condiciones actuales: uno mudo y el otro en un estado de catatonia parcial eran un completo misterio.
No era la primera vez que se encontraba con un terrible destino.
Su madre murió en un accidente automovilístico, en la carretera que lleva desde la gris y fría Novacruz hasta un pueblo con fama de maldito llamado "La Esperanza". Isaac permaneció 40 días en coma y perdió el ojo izquierdo.
El padre de Isaac se suicidó inmolándose en una cabaña a las afueras de la ciudad mientras su hijo estaba en coma.
Y ahora, lo sucedido al abuelo.
Lejos de la Armonía Primera el sendero de la vida es una extraña máquina de anhelo, dolor y muerte.
Leí alguna vez que el estado primitivo del ser humano es el de una bestia desconfiada y hostil.
Nuestra sociedad humana se erige como una cruel farsa donde cada uno cuida de sí y sus intereses abandonando al resto a su miserable suerte. Somos deplorables criaturas ciegas en una noche sin luna ni estrellas.

Fue hasta finales de septiembre que las autoridades de Novacruz concluyeron que el incidente de la casona había sido parte de un disturbio de cuatro enajenados posesos por el furor destructivo de la droga memento.
Esa noche del viernes 10 de agosto, cuatro desgraciados fueron aprehendidos en la estación Aller del metro. La estación era un punto cercano a la casona Polvo.
Aquellos locos clamaban a algo llamado Nau-Ek'lh; imploraban fuesen salvados de la cosa de las mil bocas y el millón de zarpas.
Al reconstruir lo sucedido en la casona Polvo se encontró la prueba de que aquél grupo de dementes había estado en las cercanías de la casa: uno de ellos había dejado una navaja precisamente en la loma enana sobre la cual se asienta la casona.
Quiso la suerte o sus sentidos trastornados que todos los adictos imaginaran a un infernal titan hecho, según los balbuceos de uno de los detenidos "De la materia de las pesadillas..., la materia de la Oscuridad" lo que les obligó a huir hacia la estación Aller.
Cuando las autoridades llegaron encontraron un pavoroso espectáculo: uno de los adictos lloraba a gritos, otro rezaba al Emperador Olvido; otro permaneció en una orilla susurrando para sí cosas incoherentes, en posición fetal sin mover un sólo músculo y una más estaba desmayada: había intentado sacarse los ojos.
Y es que se rumoreaba en voz baja que algunos de los que están bajo los efectos de la droga memento son capaces de cosas tan insólitas como vomitar clavos o residuos orgánicos de origen animal, resistir un balazo en la cabeza, saber información secreta de quien tienen enfrente. Las publicaciones médicas más serias han declarado que los clavos o vidrios o material orgánico lo habían introducido los adictos a su interior antes, simplemente lo regurgitaban; lo demás eran patrañas. Se hablaba de otras cosas pero que ya eran rumores morbosos.
Lo cierto es que de lo que sucedió esa noche el joven no recordaba nada y que no podía hablar.
El horror es algo manifiesto al comprobar la naturaleza inherentemente maligna del mundo; de sus habitantes e incluso de fuerzas sobrenaturales que se han alimentado durante incontables eras de esa irremediable condición de fatalidad cósmica.
Sin embargo, los días siguientes a la noche del 10 de agosto demostraron a Isaac Polvo que la memoria es algo propio al universo y que sólo es velada. Pero jamás desaparece.
En sus sueños más salvajes, Isaac veía surgir una furiosa orgía de imágenes que le eran harto familiares aunque otras eran bien difusas y extrañas que no entendía pero que sí reconocía: fragmentos místicos y oscuros de la Biblia, la ciudadela flotante de Alth'wandi, los Horrores Exteriores y la Esfera Oscura, los Sabuesos Nocturnos, la Magia y el padre sacrificado...
Una vez, al mirar una fotografía de su padre, Isaac juró haber visto cómo la imagen de éste se transformaba en un cadáver quemado: se corroía poco a poco, piel, ojos, cabello, ropa consumida por un fuego invisible. Y no sólo eso, vio cómo aquél incinerado tomaba la forma de algo con incontables fauces y garras y su color era negro como una apocalíptica noche carente de estrellas.
Siendo un creyente católico en secreto, en una ciudad oficialmente laica y anti-teísta como lo era Novacruz, Isaac empezó a creer que si Dios permitía todo eso era porque, como siempre, había una muy buena razón para ello.
¿Quién conoce sus designios y el propósito último de sus obras?
Una vez, en los bosques a las afueras de la ciudad, en una zona cercana al misterioso Cerro del Lobo, Isaac y su padre, el escritor de relatos de terror Abraham Polvo caminaban con total paz y tranquilidad por el verde paisaje dominado por silenciosos centinelas arbóreos y los sonidos de los habitantes del bosque.
Isaac era receloso de esos parajes silvanos y su padre quería hacerlo conocer aquello lo cual temía gracias a su abuelo.
La voz del anciano sonaba en su mente, se lo dijo una fría noche de octubre, el calor del fuego les protegía del frío cruel, la cara de su abuelo era una calavera iluminada por el fuego pálido del Purgatorio: — Los inquietos brujos se han reunido en la cima del Cerro del Lobo, muchacho, para adorar a la maligna Diosa de la Piel o a cosas aún peores: es la Madre Roja a quien entregan sus hijos y ante quien rinden tributos blasfemos.
De pronto, el cuerpo sin vida de un pajarito, un pequeño gorrión, cayó frente a ellos haciendo un suave ruido sobre las briznas. Con mucho cuidado, su padre lo recogió entre sus manos y, dirigiéndose a un árbol, se quitó los guantes e hizo un pequeño hueco para sepultar al pobre animalito.
— Recemos, Isaac.
Cuando concluyó aquel singular entierro, los oídos de ambos escucharon de nuevo los sonidos de la vida del bosque. Abraham le dijo a Isaac que la voluntad de Dios es un misterio, a veces parece no tener sentido alguno pero que al final lo tiene.
— Puede que esa razón para su designio llegue en cinco minutos... O en diez mil años pero siempre hay una razón para todo —señaló la tumba del gorrión—. Incluso para lo que no entendemos.
>> Ha veces pasa que, la respuesta llega tan rápido que hay quienes dicen "fue coincidencia", lo dicen porque tienen miedo de saber que son parte de algo que su razón no podría abarcar.
Es verdad que existe un Bien Absoluto, un bien sobrenatural que haría despertar al ser humano para que recupere su naturaleza divina, su verdadera identidad. Pero generación tras generación se fortalece más en el vicio, la sed de poder y el hambre de la complacencia creando así un irreversible ciclo de muerte.
El prójimo debe ser salvado. Incluso de sí mismo.
El Señor vendrá no a rescatar a sus elegidos sino a purificar el mundo del mal humano.

Isaac creyó primero en que aquellos perturbadores sueños tenían un propósito, después se convencería de ello.
Noche tras noche, en un diario personal que le había regalado su institutriz, anotó el contenido, imágenes y posibles significados de aquellas infernales pesadillas que le perturbaban y, de ese modo, logró armar una especie de cuadro de mosaico que venía de aquellas imágenes, en realidad, memorias fragmentadas.
Lo que descubrió fue una realidad estremecedora; de todo lo que daba por hecho: su familia, su padre, el mundo, la religión, incluso de él mismo.
Aquella noche del 10 de agosto del 2013, su abuelo le había contado una Horrible Verdad: acerca de la terrible fuerza o entidad conocida como la Oscuridad, de cómo ha maquinado siempre para acabar con el cosmos, la Creación; de cómo ha originado a los dioses bárbaros de la antigüedad y sus cultos horripilantes y los demonios del pasado: los extraños monstruos y horrores nocturnos que civilizaron a los hombres e instruyeron a unos pocos en la Magia.
De cómo los seres humanos formaron una conspiración para hacerle frente a la Oscuridad y sus monstruos y demonios: los Guardianes ahora llamados Sabuesos Nocturnos (Night Hounds) que no son más que un débil remanente de lo que eran. De hecho, la crónica del abuelo mencionaba que la familia Polvo tenía Sabuesos Nocturnos entre sus integrantes, y que Isaac mismo no sería una excepción.
Tal vez lo más estremecedor para el muchacho fue saber el horrible hecho de que, cuando aún permanecía en coma por el accidente que mató a su madre, su padre mismo hizo un extraño ritual de Magia que lo transformó en algo no humano; en algo hecho de la oscura materia de las pesadillas, con incontables garras y bocas de dientes afilados. Y que esa entidad ahora vivía en él, en su ojo tuerto.
El abuelo así como los enajenados de la estación de Aller habían visto a aquella monstruosidad de pesadilla en todo su horror. Y aquella visión le costó la cordura al anciano Jacób Polvo.
Para Isaac, la realidad se desplomó como cuando Sansón derrumbó las columnas del infame templo de Dagón.
El miedo a lo innombrable, la historia oculta del mundo y su familia y de él mismo. Aquello le sobrepasaba, sobrepasaba cuanto una mente sana podría resistir.
En el taller, el joven seguía, insistente dando forma con la gubia que le ha cicatrizado tres veces el dedo a otro personaje más. Isaac se ha dado cuenta de que aquella no era la hermana cerdita que planeaba hacer sino un monstruo horrible que parecía burlarse de él.
La sangre inhumana aún manaba de su dedo.
Los fatalistas, aquellos que niegan un propósito para la vida ven en el cosmos una suerte de mecanismo idiota y arbitrario y al ser humano como un error surgido del azar. ¡Insensatos!
Ese punto de vista nace por una falta de responsabilidad seria para con su existencia.
Sin embargo, yo veo ahora ambas cosas como una interminable pesadilla que empeora con el tiempo.

Los criados de la casona, Silas y Constanza Antonieta; matrimonio procedente de Argentina, se habían encargado de la tutela del muchacho, de acuerdo a la voluntad del señor Jacób Polvo, la administración de los bienes del anciano, hasta que Isaac cumpliese los 20 años sería encargada a su contable Blas Livio y, en menor medida a su abogada Amanda Císter.
Isaac Polvo sintió cierta inquietud de que lo que la señorita Císter , esa mujer algo despistada pero eficiente y honesta, se encargaría de la administración librería del abuelo de la calle Casiopea, temió que aquél bastión del buen gusto y la decencia de pronto tuviese obras, a su parecer, de discutible moralidad. Era el precio de una brusca temporada de cambios.
Escuché del abuelo decir que nadie tiene lo que merece, que todo en ésta vida (y tal vez, más allá de esta) atrae lo que le es semejante.
Terrible frase, por su simpleza y por su cruel contundencia: aclara que hemos creado nosotros solos el infierno en la Tierra.

Durante mediados de septiembre Isaac lograría hacerse de los originales de escritos de horror creados por su padre.
Había escuchado que a aquél le llamaban el "Stephen King mexicano"; Isaac sólo brindaba una sonrisa cómplice por aquello; no sólo porque había perdido la voz sino por que se le hacía una suerte de comparación sin sentido.
Pensaba que, a final de cuentas la obra de un escritor es su obra y que las influencias de la misma no demeritaban el mensaje que trataba de transmitir, excepto si era algo inadecuado o un plagio descarado.
Isaac devoró las obras de su padre en los últimos días: originales en sucio, experimentos, ensayos, borradores. Un par de veces se vio obligado a pedirle a la señorita Císter que intercediera por él ante la casa editorial que publicaba el trabajo de su padre para que le facilitaran algunas versiones impresas.
Y es que, la noche del 10 de agosto del 2013 el abuelo le dijo a Isaac que aquellos escritos contenían una buena información acerca de la Esfera Oscura, los Horrores Exteriores y la Magia.
Isaac aprendió así acerca de que nuestro mundo es uno de varios que existen simultáneamente en otras dimensiones; supo acerca de El Cruce, por ejemplo, que enlazaba en sí a otros mundos.
Al Cruce se le podía acceder únicamente a través del cuerpo sideral o astral, una especie de alterego fantasmal que funge como enlace entre La Conciencia del Ser y el cuerpo físico, cada ser humano lo posee y potencialmente puede separarlo de el último.
El Cruce es una de las dimensiones más extrañas, fascinantes y temidas por místicos y ocultistas por su anárquicas propiedades y habitantes.
Algunos apuntes referían extraños detalles del fenómeno de la metempsicosis: la reencarnación. Isaac concluyó que dicho fenómeno era una pavorosa realidad, si bien no funcionaba exactamente igual que como lo manejaban las antiguas doctrinas orientales.
Dedujo que, si bien el tiempo es una constante progresiva en la tercera dimensión en la que vivimos, no lo debía ser en la alta realidad en la que moraba la Conciencia del Ser de cada entidad humana por lo que dichas existencias se estaban manifestando simultáneamente en un mismo eterno presente, si bien fragmentadas en diferentes tiempos-espacios.
Y tal vez dicho fenómeno no se limitaría a existencias del presente universo sino que abarcaría otros que habían existido y que existirían en el futuro o bien de naturaleza alternativa. Pero, Isaac Polvo decidió no profundizar en el tema por hallarlo poco práctico y sumamente especulativo
Supo de la Esfera Oscura, el verdadero Infierno. Un lugar peligroso para la materia, especialmente la orgánica: ésta se corroe espontáneamente, a una velocidad inconcebible. Poquísimos objetos pueden resistir éste deterioro acelerado, se hablaba con insistencia del oro y la plata así como los objetos bendecidos aunque éstos últimos no garantizaban su permanencia absoluta, de igual forma éste efecto era resistido por Artefactos, es decir, objetos mágicos.
Isaac se conmovió por algunas anotaciones que su padre hizo refiriéndose al Apóstol Pablo cuando se hablaba de la Esfera Oscura. Su muerte en Roma, lo sabía Isaac, por decapitación era una leyenda piadosa mas no se sabía el verdadero destino de aquél adalid de la fe.
Isaac pensó imprudentemente que tal vez San Pablo se habría autoexiliado a la Esfera Oscura para poder pagar la persecución que llevó a cabo contra los cristianos. También pensó que, tal vez, San Pablo pudo ser uno de los primeros Sabuesos Nocturnos de la era cristiana: ¿no acaso se le representa con una espada en mano?
Por lo imprudente de ambos pensamientos Isaac prometió a Dios y a sí ayunar y castigarse con el silicio.
Los días pasaban y mientras realizaba su existencia mundana, Isaac compaginaba aquellos deberes en la vida junto con su investigación de las realidades más allá del Reino.
El Reino era la expresión por excelencia de los Night Hounds para referirse al mundo normal que conocemos, provenía de la expresión bíblica "El Reino de éste mundo".
Isaac Polvo supo que la Esfera Oscura era el lugar de entidades poderosas las cuales eran adoradas en el Reino bajo diversas manifestaciones y diversos cultos despreciables e insanos; sectas siniestras rindiendo un aborrecible tributo a seres los cuales, por cuyo poder y antigüedad eran llamados dioses, aunque era cierto también que, afortunadamente, no tenían un campo de acción ilimitado.
Eran los Dioses Arcanos.
Supo así de El Emperador Olvido, llamado Nau-Ek'hl, promotor de las guerras y patrono de quienes buscan el poder temporal, que vive en su horrendo Palacio Cadavérico formado por los restos tanto de sus servidores y sus víctimas, maligna fortaleza que crece más y más desde el colapso de la ciudadela de Alth'wandi de, donde se dice, fue un rey sanguinario y loco.
Ese maligno Rey del Miedo promovía el amor enfermizo por el poder y las riquezas así como los conflictos religiosos. La matanza en masa es su mayor deleite y busca a un mítico Heredero cuya figura a supuesto la locura de sus adoradores y la perdición para el mundo.
El Antiguo Artífice, un ser solitario que vive en una gigantesca fortaleza flotante cuya principal forma es la de un colosal rostro humano de piedra a medio mutilar. De éste ser se decía, nunca había sido humano -si bien, del Emperador Olvido se teorizaba que pudo ser un hombre que alcanzó la Ascensión- y que era el portador de la sabiduría de todos los mundos conocidos y por conocer y su vista y presencia abarcaba todos los tiempos, lugares y posibilidades. Y que estaba completamente loco.
Unas veces promoviendo desquiciadas ciencias avanzadas y otras saboteándose a sí mismo y condenando a la muerte a sus creyentes, se decía, que por miedo a que lograran saber más que él. Se decía que alguna vez fue una entidad benévola y justa pero que al final enloqueció irremediablemente brindando conocimientos peligrosos a inquietos magos, brujos, hechiceros, artistas, masones, alquimistas, científicos y tecnócratas.
Hay quien ha emparentado los avances de las telecomunicaciones a éste esquizofrénico ente. Se sugería, por ejemplo, que la internet bien podría ser parte de un complejo Dominio de su autoría o, incluso, una extensión del retorcido Artífice.
Isaac Polvo tenía que sacudir su cabeza algunas veces, aquél conocimiento era terrible y monstruoso a la vez. Pensó en la bestia de diez cuernos que surge del mar avistada por el Profeta Daniel.
Supo de La Diosa de la Piel, entidad maligna, cuyos oscuros misterios llenan de pavor el corazón de quienes no le conocen ni adoran, suma sacerdotisa del paganismo, reina de la Magia en sus formas más primitivas y horrendas.
Yaoxitlahual; Señora de los placeres carnales y los sacrificios; Custodia de los horrendos secretos del mundo de los espíritus y Meretriz Primordial alimentada de los ciclos de vida y muerte; Arca pagana; Señora de la Verbena; Madre Caníbal, Virgen Loca y Bruja Antigua; Esposa de la noche. Aquellos ídolos de fertilidad paganos de cabezas, senos, caderas y vientres desproporcionados eran vagas reminiscencias a esa temible deidad.
Y estaba aquella espantosa entidad conocida simplemente como El Loco, o con el abominable nombre de Urdu-Yhagal. Isaac sintió profundo estremecimiento cuando, deduciendo por los apuntes garabateados por su padre, concluyó que aquello era el Horror de Horrores más maligno de todos, símbolo de la muerte, el caos, el terrorífico absurdo del cosmos material, el vacío sin luz, enemigo verdadero de la Creación. Tal vez la encarnación definitiva de la Oscuridad ya sea como El Padre de la Abominación Final o con el críptico y terrible título de El Metagénito.
Dioses horribles para un mundo horrible.
Después de eso, Isaac tuvo que renunciar temporalmente a aquellas horripilantes revelaciones.
El médico de la familia, el Dr. Camargo le recetó descanso así como no ingerir ciertos estimulantes y una rutina lo más liviana posible. El muchacho estaba afectado por los nervios.
Silas y Constanza Blue sólo podían asistir impotentes a aquél malestar de su protegido. Felices ellos por desconocer la naturaleza de las investigaciones del muchacho.
Durante la noche Isaac veía imágenes distorsionadas de sus recuerdos acompañadas de símbolos arcanos y aperturas súbitas a los horrores de la antigua y perversa Esfera Oscura.
Mientras tanto tuvo que refugiarse en los deberes mundanos: ayudar en casa a los Blue, trabajar en su taller para vender las casitas y miniaturas que fabricaba, visitar cada sábado la tumbas de sus padres, dar su punto de vista o consentimiento en algunas decisiones de la señorita Amanda Císter y muy pocas provenientes del señor Livio, cuidar del rosal del abuelo..., las veces que quiso ver al anciano en el manicomio le recomendaron no hacerlo, ponía nervioso al pobre viejo.
La ciudad enfrentaba un proceso caótico por los rumores de fraude en las elecciones pasadas; parecía que los sangrientos disturbios de las mafias DaCosta y Valcapra habían tomado un receso mientras sucesos espantosos sacudían a México y al resto del mundo día a día.
Isaac no pudo evitar preguntarse cuanto de lo que sucedía alrededor tenía su origen verdadero en los Exteriores o en los sectarios de los temibles Dioses Arcanos.
En sus meditaciones se abandonaba a la a la Santísima Trinidad, a la Virgen María, a la Sombra de San Pedro que protege a los caminantes, a San Miguel Arcángel y a Santa Juana de Arco a quien veneraba con la misma delicadeza con que su abuelo cuidaba las rosas.
Recurría también a la mortificación corporal, cada nueva cicatriz, el ardor en su carne morena así como cada gota de sangre fortalecía su disciplina: calmaba su mente de pensamientos y ansias imprudentes y le recordaban que la osadía tenía un límite.
Ese dolor le recordaba también que el cuerpo físico sólo es un débil reflejo de el alma y cómo entendía aquella como un concepto realmente devastador.
El mundo seguía girando y girando, completando un ciclo de horror y muerte para comenzar otro.
La prudencia de Isaac Polvo esperó hasta los primeros días del 2014 para continuar sus estudios de lo que está más allá del Reino.
Su estremecimiento se volvió inquietud al aprender de una lugar que creyó, ya había escuchado de él.
El Mar de los Sueños.
Cada ser humano tiene su propio Reino de los Sueños. Supo que algunos sueños eran realmente auténticos desdoblamientos del cuerpo astral hacia otros mundos, incluyendo a El Cruce, la Esfera Oscura o unos reinos artificiales con propiedades espacio-temporales únicas llamados Dominios, creados y regidos por seres cuyo poder estremece; aunque la mayoría de veces los sueños eran viajes al Reino Onírico personal.
Isaac supo que todos aquellos Reinos Oníricos estaban enlazados en una realidad más allá llamada El Mar del Sueño.
Quien accedía a ese extraño lugar se encontraba en una isla cuyo aspecto y tamaño variaba de acuerdo al soñador en turno. Éstas islas contaban con una construcción llamada Memorial que parecía ser el epicentro de la isla, cuando un soñador intruso quería acceder a un Memorial que no era el suyo, encontraba una intimidante estatua llamada Esfinge que fungía como guardián y se decía era temible, una presencia altamente peligrosa para quien osara acceder a un Memorial ajeno.
Acerca de la apariencia de cada Memorial y Esfinge dependían únicamente del dueño de la isla, es decir, del soñador; de la naturaleza exacta de ambas cosas era cuestión de elucubraciones. Excepto que, al acceder a un Memorial significaba entrar al Reino de los Sueños de su dueño.
Uno podía acceder al Mar de los Sueños sólo a través de un sueño, pasando lo que se le llamaba La Puerta que no era algo fijo sino que tomaba diversas manifestaciones, eso sí era sumamente difícil, casi imposible hallarle.
El tiempo y espacio eran propiedades realmente raras en El Mar de los Sueños, si bien la percepción podía ajustar sus interpretaciones a modelos comunes había ocasiones en que ambos patrones caían en la más demencial anarquía.
Se podía pasar años en el Mar de los Sueños o en el Reino Onírico y resultar sólo unos minutos en el mundo real o bien, en casos rarísimos, pasar sólo un instante en aquellas extrañas dimensiones cuando en el mundo real habían pasado varios años.
Isaac no pudo evitar recordar la historia de Rip Van Winkle de Washington Irving y las extrañas leyendas de gente que se había perdido en grutas subterráneas y que, al salir, se encontraban con que habían pasado años y que los habían dado por desaparecidos.
Si bien cada ser contaba con su Reino de los Sueños personal el Mar del Sueño era no obstante una especie de reino de reinos oníricos, de hecho, había oscuras leyendas acerca de que en su centro había una gigantesco país (que en ocasiones se le llamaba un mundo entero) conocido como Arcadia.
Algunas anotaciones de su padre hicieron a Isaac estremecerse al teorizar, según el decir de místicos y ocultistas de las religiones judía, cristiana y musulmana, que el Señor de Arcadia no era otro que el Arcángel Uriel a quien, en oscuras leyendas, se le había encomendado cuidar el Mar de los Sueños de criaturas malignas de otros mundos, sin embargo, el arcángel mismo terminó por caer en una especie de ensueño el cuál le llevó finalmente a crear Arcadia y pasar a llamarse Rey del Sueño olvidándose completamente de su verdadera identidad angelical.
Se decía que toda Arcadia era su isla y que del Memorial de aquélla prodigiosa tierra de maravillas era mejor no pensar.
Isaac recordó a su abuelo que, al mencionar a los arcángeles la Iglesia reconocía solamente a Miguel, Gabriel y Rafael; y que si bien se hablaba de un cuarto llamado Uriel éste parecía ser desconocido por la Iglesia misma ¿sabían acaso de lo que le había sucedido en el Mar del Sueño?
Aquella noche del 10 de agosto del 2013, el abuelo Polvo le dijo a Isaac que varias personas que forjaron la Iglesia estaban versados en la Magia, si bien no la practicaban, citándole al obispo español Osio quien compuso el Credo.
Dios de Dios. Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero...
Osio era llamado el egipcio de acuerdo al erudito español Menéndez Pelayo pues se sabía en la antigüedad que lo que Sumeria fue a las ciencias y técnicas, Egipto fue a las ciencias ocultas, el mote de egipcio indicaba entonces a alguien profundamente versado en Magia
Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: éste es el Dedo de Dios.
Entendió que todo el cuerpo dogmático de la Iglesia se basaba en la Magia y que la teología era una aproximación a toda esa realidad misteriosa de proporciones destructoras para quien lo quisiese comprender de manera profana. Comprendió también que aquello que la religión llamaba Misterios debían de permanecer inexplicables para la razón pues sus terribles verdades destruirían la conciencia de quien quisiese abarcarlos como se decía que le sucedió al hechicero Juan de Viterbo al ver a la Trinidad.
Aquello le estremecía pero quería, no obstante entender más. A su memoria llegaron las crípticas palabras de su abuelo cuando le dijo: — Isaac: ¿qué distingue una secta de una religión?
El pequeño Isaac lo pensó un rato y dijo que no supo qué contestar.
— Las religiones resguardan Misterios de lo que está Más allá del Reino, hijo y las sectas nacen a partir de una interpretación equivocada de esos Misterios que a bien su naturaleza exacta tiene que permanecer en el velo del secreto.
Isaac recordó a su vez que, en su infancia, tuvo un acercamiento indirecto con las realidades de ensueño: se trataba de las historias fantásticas que la criada Constanza Blue le contaba al pequeño durante las noches para arrullarlo, esas historias eran la delicia de Zara, madre de Isaac; el abuelo Polvo sólo se limitaba a escucharlas con los brazos cruzados.
Y mencionaban a Arcadia.
Pero Isaac creció y decidió que ya estaba grande para esas historias que de cristianas tenían bien poco.
Una vez, recordó también, que el abuelo reprendió a Zara por cantar una canción de cuna indígena a Isaac por considerarla una influencia pagana e impropia ¿será que no reprendió a Constanza por la sospecha de la verdadera naturaleza de esos sueños convertidos en cuentos para dormir? ¿Acaso sabía algo más?
Sin duda Isaac se estaba siendo arrastrado por una vorágine de conocimientos que enloquecería a muchos: supo acerca de que hay Soñadores cuyos sueños son tan poderosos que logran irrumpir al mundo real.
Supo acerca de la Esencia; de la Magia y sus corrientes que pueden ser alteradas, creadas, destruidas o concentradas.
Que el reino de Salomón ha sido uno de los más impresionantes Dominios que han existido jamás.
De que llegaría el momento en el que la humanidad estaría tan corrompida que infectaría incluso a los ángeles..., lo que encontró sobre los ángeles era críptico, oscuro; pudo más la prudencia y no se arriesgó a saber algo que tal lamentara amargamente después.
En un momento Isaac tuvo una idea arriesgada: visitar el Mar de Sueño. Pues le había surgido ésta cuestión:
¿Y si el abuelo estaba atrapado en su Reino de los Sueños personal?
Lo encontraría entonces y haría que su conciencia regresara a su cuerpo volviendo así a la normalidad.
Aquella era sólo una fantasía infantil de una travesía épica de la que se avergonzó pensar pues no sabía ni cómo lo lograría: ¿cómo llegaría a la isla del abuelo? ¿Reconocería su Memorial? ¿Estaría la temible Esfinge? ¿Qué pasaría si las cosas resultaban mal?
Y, más importante ¿Isaac lograría identificaría La Puerta en sus sueños?
Pero ha veces las cosas llegan, para bien o para mal.
Fue la noche del 30 de mayo cuando Isaac, en uno de sus sueños, identificó La Puerta y logró entrar al Mar del Sueño.
Se vio de pronto en una isla de arena gris y rasposa.
— ¿Qué es esto?— logró decir, quedó atónito: al fin hablaba.
Supo de inmediato, al ver el Memorial, en donde se encontraba.
El Memorial era la propia casona Polvo pero de aspecto más antiguo. Tal vez tanto como la noche misma.
Encontró unas formaciones rocosas que le sorprendieron: en ellas estaban grabados diferentes aspectos de su vida; su nacimiento; el accidente de automóvil que le arrebató a su madre y su ojo izquierdo; el suicidio ritual de su padre y su posterior alojamiento preternatural en el ojo muerto; de cuando el abuelo le habló de la Oscuridad, los Exteriores y los Sabuesos Nocturnos... Y de los conocimientos que Isaac obtuvo gracias a los escritos de su padre. Los grabados contenían lo que parecían ser sucesos futuros pero no quiso mirar.
Mirar. Su mirada. Sintió su ojo izquierdo. Seguía tuerto.
Escuchó entonces el Mar. Caminó dos, tres pasos..., cuatro...
Las olas de ese Mar iban y venían con un hipnotizante sonido. Él aún se preguntaba qué habría más allá, si acaso llegaría a encontrar otras islas como en la que ahora estaba. La casona a sus espaldas era una exacta pero avejentada réplica de aquella en la que había crecido y había pasado por momentos amargos.
No tenía miedo de quedarse allí, de abandonar el mundo en el que vivía y quedarse en esa extraña tierra y ese infinito mar más allá del mundo que conocía.
Pensó en esperar la noche, pues, según había sabido, vería el horizonte tildado de miles de millones de luces en la lejanía, no importaba donde mirara: al frente hasta que la vista se perdiera, bajo el agua o en el cielo.
Pensó en los infinitos alcances de la obra de Dios así como de las aterradoras esferas más allá del Reino que estremecen tanto la intuición de los mundanos como los saberes de los adeptos.
Y en encontrar al abuelo y devolverlo al mundo.
Las olas seguían su calmado e indiferente movimiento, el aire se sentía más ligero y, aquél lugar, más real de lo que pudo haber sido cualquier otro.
Epílogo
(...) ¿porqué esperar lo que uno ve?
- Romanos 8 : 24
Silas Blue tocó la puerta: — Señorito Polvo, despierte ya: son las diez de la mañana —tocó y llamó nuevamente—... Señorito Polvo.
Constanza subió por las escaleras: — Silas, ¿aún no se levanta Isaac?
— O calma, querida, sabes que se desveló anoche trabajando en el taller y leyendo a su padre... no te preocupes. Mirá, prepárale el desayuno por lo pronto.
Constanza asintió, bajó por las escaleras, se dirigió a la cocina. — Señorito, voy a entrar —dijo Silas.
La puerta chirrió, el hombre trató torpemente de ser sigiloso.
Accedió al interior del austero pero bien cuidado cuarto del joven.
Isaac Polvo, aún sentado, estaba dormido sobre su escritorio, alrededor había una revoltura de apuntes de él, llenos de signos extraños y palabras aún más extravagantes; estaban también los escritos de su padre; junto tenía una pequeña Biblia y el rosario.
Silas le había dado al muchacho el rosario que era del antiguo patrón, el señor Jacób Polvo; recordó cuando le dijo: — Éste rosario, buen Silas es para Isaac; se lo darás si algo llega a pasarme.
Silas se aproximó suavemente a Isaac, puso su mano en el hombro del joven.
— Señorito Isaac...
Pero no respondió. El día era muy nuboso, oscuro, con niebla. Llovía suavemente.
— Señorito Isaac, despierte... Señorito Isaac...
No hubo respuesta.
Sorprendido, Silas creyó escuchar el sonido de olas del mar que se alejaban.
Tuvo miedo.
Recordó algo que le dijo su amada Constanza hace mucho tiempo cuando eran jóvenes: algo relacionado a un Mar del Sueño en el que existe el riesgo de perderse para siempre; como le sucedió a cierto arcángel.
Rechazó esa imprudente fantasía.
Entonces volvió a llamar a Isaac Polvo.
 
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