Un joven con un estado mental frágil y con tendencia a autolesionarse aprieta el brazo, que previamente había sido cortado. La herida es profunda y llega hasta la capa de grasa subcutánea. Una autolesión de esta magnitud supone un grave riesgo para la salud y la vida.
Si estás pensando en hacerte daño, detente y reconoce que eso no solucionará el dolor que sientes. Si bien puede parecer una forma de afrontarlo, deja cicatrices duraderas, no solo en tu cuerpo sino también en tu corazón. Existen formas más saludables y seguras de manejar tus emociones.
Cada herida que infliges es un grito de ayuda. No estás solo. Acercarte a alguien en quien confíes puede ser el primer paso para encontrar una salida de este lugar oscuro. Mereces amabilidad, apoyo y una verdadera sanación.