No logro entenderme,
a veces ni siquiera sé quién soy.
No logro reconocerme,
el del reflejo no es quien realmente soy.
Mis actitudes cambian,
mi corazón se enfría,
y mi mirada se pierde, más vacía.
No logro contenerme,
quiero arrancarme la piel,
dejar un vacío profundo,
uno que nunca se llene,
y ni siquiera se porque.
No es miedo lo que siento,
es el peso de las heridas,
heridas que no sanarán,
y que tampoco quiero reparar.
“Hazlo”, repite esa voz,
y yo caigo en su juego.
De repente, no sé dónde estoy,
no sé qué hice, ni por qué no morí,
pero mi piel está desgarrada,
y mis manos bañadas en rojo,
en un vino oscuro que corre por ellas.
a veces ni siquiera sé quién soy.
No logro reconocerme,
el del reflejo no es quien realmente soy.
Mis actitudes cambian,
mi corazón se enfría,
y mi mirada se pierde, más vacía.
No logro contenerme,
quiero arrancarme la piel,
dejar un vacío profundo,
uno que nunca se llene,
y ni siquiera se porque.
No es miedo lo que siento,
es el peso de las heridas,
heridas que no sanarán,
y que tampoco quiero reparar.
“Hazlo”, repite esa voz,
y yo caigo en su juego.
De repente, no sé dónde estoy,
no sé qué hice, ni por qué no morí,
pero mi piel está desgarrada,
y mis manos bañadas en rojo,
en un vino oscuro que corre por ellas.