La obra, como dice su poco original título, representa la muerte del patriarca Moisés, rodeado de ángeles y acompañado de Dios. Perfecta anatomía, perfecta composición, perfecta la luz y el color. ¿Pero qué hay de la agitación y el romper esquemas? Quizás Manet podía hacerlo igual de bien mostrando un simple espárrago.