Dos pescadores descansan por la noche al calor de una hoguera. Pernoctan en algún lugar de las Montañas de Adirondack, que Winslow Homer conocía bastante bien e inspiraron su obra. Uno duerme dentro de la tienda construida bajo un árbol. El otro mira el fuego, ese elemento hipnótico que a veces hacer perder la noción del tiempo a quien lo observa.