Según el mito, Narciso era un joven muy hermoso. Tanto, que todas las doncellas se enamoraban de él, pero éste las rechazaba. Una de las rechazadas fue la ninfa Eco, que había sido condenada por la celosa Hera a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera (de ahí el nombre, eco). Narciso, de forma muy maleducada, la mandó a freír espárragos y continuó rompiendo corazones por Grecia.