¿Acaso alguna vez alguien lo experimento?
Esa sensación de estar por un tiempo, aquel tiempo que transcurrÃa con la pasividad de un atardecer. Con sus pequeñas lloviznas, pero la estabilidad era la supremacÃa.
Aquel atardecer de pronto se vio corrompido por aquello que los vivos llaman realidad. Aquel atardecer de pronto se convirtió en el paisaje más grisáceo y nebuloso que jamás hayan visto ojos humanos. Sus blancas y pasivas nubes transfiguraron en serpientes de cascabel, que con su serpenteo aereo dejaban caer grandes dosis de veneno. Aquellas dosis impactaron de inmediato sobre los padros que habÃan emergido. Hicieron del paisaje una putrefaccion que incitaba a cualquiera que por allà pasaré al dulce y paradójico suicidio.
Me tope con la realidad. Durante ese tiempo un velo ocultaba toda la podredumbre fulgurante que detrás de ella yacÃa. Me la tope frente a frente. Cual gladiadores nos enfrentamos. Sucumbi ante su gran espada. La misma aparentaba ser antiquÃsima, con rastros de sangre seca en su mango. Sospecho que aquella mato a muchos más...
Su punta brillante y sagaz me atravesó el pecho. La sangre subió hasta mi garganta, enmudeciendome por completo.
Una vez postrado y derrotado, aquel ente, con sus ojos de fuego y su cabello largo, me miró fijamente y me susurro al oido: Abre los ojos.
-¡Solo abrelos y vuela más allá de tus ideales!. Me grito vehementemente.
-Los tengo abiertos. Le dije en un tono reacio, con la ambición de que acabará conmigo de un solo golpe.
- Te equivocas. Vives en una oscuridad producto de tus autoengaños. ¡Abre los ojos, cobarde!.
En ese momento, la valentÃa se apoderó de mi y cual hombre que va en busca de la verdad, abrà mis ojos.
En ese momento te vi...
Vi aquello que los filósofos de antaño se empecinaron por hallar: tu esencia.
Aquella inmutable e incorruptible esencia.
Era la inequÃvoca contrapartida de lo que mis ilusiones retrataron de ti. Tu magnificencia quedo hecha añicos. Tu sublimidad agonizaba muy dentro mio. Después de todo, la belleza es una mera cuestion de percepciónes subjetivas...
Nunca nadie sabrá lo que es coexistir con un fantasma. Algo que sabes que no existe pero tu mente lo dibuja de tal manera que haces de la idealización una acerrima realidad. Me aferre a aquel fantasma, y aún sigo aferrado... Con más recelo, odio y tristeza. Aquellos sentimientos van acrecentando en la medida que más te conozco. Ojalá ya no sentir, ojalá solo no existir...
Eres una pesada gota que se deslizó sobre mi soledad. Un vacÃo. Desde aquel antedicho emergió mi universo...
Solo eramos tu y yo. Ahora solo soy yo y yo Yo y mi esperanza, mi ideal, mi...imaginación. Simplemente soy yo.
Tu quedaste desterrada, en el preciso momento que te experimente de la forma más pura. A causa de los designios del azar y de las circunstancias que fueron arrastrando mi confianza por los pantanosos lagos de la realidad, tu realidad.
Estropeaste el infimo amor que era capaz de dar... Me redujiste a un mero espectro que deambula por la tempetuosa sociedad en busca de un minúsculo grado de cariño.
Destrozaste mi inocencia. Aquella maldición provechosa que no me permitÃa ver más lejos de lo bueno. Aquella que coercionaba mi libertad afin de no ver el futuro funesto que me acechaba a lo lejos. Tu... desgraciada hechicera, que con tus encantos doblegaste mi voluntad. Estúpida rata de alcantarilla, pispeando desde la profunda oscuridad por un trozo de comida.¡Maldita seas entre todas las mujeres, monstruo de cien rostros!
¡Ambiciosa de corazones! No te basta uno que deseas 10. Vas pulverizando con tus engañifas a los ingenuos e incompetentes hombres. ¡Que el cÃrculo dantesco más aterrador te trage y que jamás vuelva a escupirte!.
Espantosa y siniestra sensación acarrea el anochecer. La realidad emerge y me ahorca sin dejarme morir. Me suelta justo a tiempo.
Estés donde estes. ¡Que todas las pestes, enfermedades y maldades te acontezcan!. Deseo el infierno más tenebroso que pueda existir para tu misero y devaluado cuerpo.
¡Ramera devaluada, eso eres! Siquiera vales para un par de centavos... Quien te posea pierde más de lo que gana. La propensión a tantas enfermedades pesa mucho más que un mero instante de placer...
¡Perra estúpida, en tu entrepierna están los caminos más trillados!¡Huellas de hasta neandertales logre ver!
No vuelvas nunca a mis brazos. Y si llegases a volver, que los mismo se enrieden en tu cuello, cual serpiente atacando a su presa.
Y como dijo aquel gran filósofo: El rostro de la muerte es el reloj... pero los brazos de aquella seré yo...
Esa sensación de estar por un tiempo, aquel tiempo que transcurrÃa con la pasividad de un atardecer. Con sus pequeñas lloviznas, pero la estabilidad era la supremacÃa.
Aquel atardecer de pronto se vio corrompido por aquello que los vivos llaman realidad. Aquel atardecer de pronto se convirtió en el paisaje más grisáceo y nebuloso que jamás hayan visto ojos humanos. Sus blancas y pasivas nubes transfiguraron en serpientes de cascabel, que con su serpenteo aereo dejaban caer grandes dosis de veneno. Aquellas dosis impactaron de inmediato sobre los padros que habÃan emergido. Hicieron del paisaje una putrefaccion que incitaba a cualquiera que por allà pasaré al dulce y paradójico suicidio.
Me tope con la realidad. Durante ese tiempo un velo ocultaba toda la podredumbre fulgurante que detrás de ella yacÃa. Me la tope frente a frente. Cual gladiadores nos enfrentamos. Sucumbi ante su gran espada. La misma aparentaba ser antiquÃsima, con rastros de sangre seca en su mango. Sospecho que aquella mato a muchos más...
Su punta brillante y sagaz me atravesó el pecho. La sangre subió hasta mi garganta, enmudeciendome por completo.
Una vez postrado y derrotado, aquel ente, con sus ojos de fuego y su cabello largo, me miró fijamente y me susurro al oido: Abre los ojos.
-¡Solo abrelos y vuela más allá de tus ideales!. Me grito vehementemente.
-Los tengo abiertos. Le dije en un tono reacio, con la ambición de que acabará conmigo de un solo golpe.
- Te equivocas. Vives en una oscuridad producto de tus autoengaños. ¡Abre los ojos, cobarde!.
En ese momento, la valentÃa se apoderó de mi y cual hombre que va en busca de la verdad, abrà mis ojos.
En ese momento te vi...
Vi aquello que los filósofos de antaño se empecinaron por hallar: tu esencia.
Aquella inmutable e incorruptible esencia.
Era la inequÃvoca contrapartida de lo que mis ilusiones retrataron de ti. Tu magnificencia quedo hecha añicos. Tu sublimidad agonizaba muy dentro mio. Después de todo, la belleza es una mera cuestion de percepciónes subjetivas...
Nunca nadie sabrá lo que es coexistir con un fantasma. Algo que sabes que no existe pero tu mente lo dibuja de tal manera que haces de la idealización una acerrima realidad. Me aferre a aquel fantasma, y aún sigo aferrado... Con más recelo, odio y tristeza. Aquellos sentimientos van acrecentando en la medida que más te conozco. Ojalá ya no sentir, ojalá solo no existir...
Eres una pesada gota que se deslizó sobre mi soledad. Un vacÃo. Desde aquel antedicho emergió mi universo...
Solo eramos tu y yo. Ahora solo soy yo y yo Yo y mi esperanza, mi ideal, mi...imaginación. Simplemente soy yo.
Tu quedaste desterrada, en el preciso momento que te experimente de la forma más pura. A causa de los designios del azar y de las circunstancias que fueron arrastrando mi confianza por los pantanosos lagos de la realidad, tu realidad.
Estropeaste el infimo amor que era capaz de dar... Me redujiste a un mero espectro que deambula por la tempetuosa sociedad en busca de un minúsculo grado de cariño.
Destrozaste mi inocencia. Aquella maldición provechosa que no me permitÃa ver más lejos de lo bueno. Aquella que coercionaba mi libertad afin de no ver el futuro funesto que me acechaba a lo lejos. Tu... desgraciada hechicera, que con tus encantos doblegaste mi voluntad. Estúpida rata de alcantarilla, pispeando desde la profunda oscuridad por un trozo de comida.¡Maldita seas entre todas las mujeres, monstruo de cien rostros!
¡Ambiciosa de corazones! No te basta uno que deseas 10. Vas pulverizando con tus engañifas a los ingenuos e incompetentes hombres. ¡Que el cÃrculo dantesco más aterrador te trage y que jamás vuelva a escupirte!.
Espantosa y siniestra sensación acarrea el anochecer. La realidad emerge y me ahorca sin dejarme morir. Me suelta justo a tiempo.
Estés donde estes. ¡Que todas las pestes, enfermedades y maldades te acontezcan!. Deseo el infierno más tenebroso que pueda existir para tu misero y devaluado cuerpo.
¡Ramera devaluada, eso eres! Siquiera vales para un par de centavos... Quien te posea pierde más de lo que gana. La propensión a tantas enfermedades pesa mucho más que un mero instante de placer...
¡Perra estúpida, en tu entrepierna están los caminos más trillados!¡Huellas de hasta neandertales logre ver!
No vuelvas nunca a mis brazos. Y si llegases a volver, que los mismo se enrieden en tu cuello, cual serpiente atacando a su presa.
Y como dijo aquel gran filósofo: El rostro de la muerte es el reloj... pero los brazos de aquella seré yo...