Lo olvido, pero sé que me llamaste,
una y otra vez tu voz buscaba la mía,
y aún así no contesté,
sumido en un abismo que me ataba,
ignoré la vibración de mi teléfono
y preferí perderme en el sueño.
Lo que no sabía es que había perdido
la última oportunidad de hablar contigo,
de escuchar tu voz una vez más,
antes de que la vida te arrancara cruelmente.
Te fuiste, con el dolor de una puñalada en tu piel y el peso aún mayor de haber sido olvidado por quien más amabas.
Nani, mi querida Nani,
tú también te fuiste sin mi despedida,
la mujer más divertida,
la luz que llenó mis días de infancia.
¿Pensaste que te había olvidado también?
Hoy me consume el eco de lo que no fue,
mi corazón late en esta culpa infinita.
El miedo a la muerte, a no ser recordado,
me abraza, me ata, y me deja atrapado.
¿Murieron pensando que los olvidé?
¿Los olvidaré?
¿Me olvidaran?
Ese temor me quema y me persigue,
pues en la muerte yace una tragedia aún mayor,
el olvido, el silencio que borra el amor.
¿Y si al final, tras la vida, no queda nada,
más que nombres desvanecidos y memorias apagadas?
La muerte trae consigo una sombra tan cruel, ser olvidado... un destino que también es mi miedo fiel.
Hoy sus recuerdos arden, intento que vivan,
pero temo un día, como ellos, perder la luz,
y que mi nombre se pierda en la bruma esquiva, dejando solo un eco en el aire, y una vida sin cruz.
Después de todo, todos estamos destinados a la misma tragedia...
La tragedia del olvido.
𓃦
una y otra vez tu voz buscaba la mía,
y aún así no contesté,
sumido en un abismo que me ataba,
ignoré la vibración de mi teléfono
y preferí perderme en el sueño.
Lo que no sabía es que había perdido
la última oportunidad de hablar contigo,
de escuchar tu voz una vez más,
antes de que la vida te arrancara cruelmente.
Te fuiste, con el dolor de una puñalada en tu piel y el peso aún mayor de haber sido olvidado por quien más amabas.
Nani, mi querida Nani,
tú también te fuiste sin mi despedida,
la mujer más divertida,
la luz que llenó mis días de infancia.
¿Pensaste que te había olvidado también?
Hoy me consume el eco de lo que no fue,
mi corazón late en esta culpa infinita.
El miedo a la muerte, a no ser recordado,
me abraza, me ata, y me deja atrapado.
¿Murieron pensando que los olvidé?
¿Los olvidaré?
¿Me olvidaran?
Ese temor me quema y me persigue,
pues en la muerte yace una tragedia aún mayor,
el olvido, el silencio que borra el amor.
¿Y si al final, tras la vida, no queda nada,
más que nombres desvanecidos y memorias apagadas?
La muerte trae consigo una sombra tan cruel, ser olvidado... un destino que también es mi miedo fiel.
Hoy sus recuerdos arden, intento que vivan,
pero temo un día, como ellos, perder la luz,
y que mi nombre se pierda en la bruma esquiva, dejando solo un eco en el aire, y una vida sin cruz.
Después de todo, todos estamos destinados a la misma tragedia...
La tragedia del olvido.
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